Normalmente, cuando nos referimos a los procesos creativos, tendemos a dar rienda suelta a nuestra creatividad para llegar a conceptos que, de otra manera, no pasarían por nuestro imaginario. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta los procesos posteriores y conocer las posibilidades de creación que tenemos, ya que de poco sirve una gráfica alucinante que, por cualquier motivo, no puede ejecutarse a nivel de impresión.
Aprender a gestionar las herramientas de diseño no resulta sencillo. La innumerable variedad de opciones de configuración da lugar a que muchos de los entresijos de los procesos que llevamos a cabo queden olvidados, y nos acordemos de ellos el día que necesitamos imprimir nuestra pieza y, oh, sorpresa: hemos configurado todo mal desde el principio. ¿Te ha pasado? A nosotros también.
Por eso, para focalizar el esfuerzo del proceso creativo en algo útil y realizable, debemos tener ciertas nociones sobre las etapas y conceptos básicos del proceso de pre-impresión. A continuación te damos toda la información que necesitas para configurar tus archivos para impresión de manera correcta.
La importancia de la pre-impresión en el proceso gráfico
Puede que sea la primera vez en tu vida que oyes hablar sobre el término de pre-impresión, y no estás solo, aunque debes saber que cada vez que has impreso un documento, has llevado a cabo un proceso de pre-impresión asociado. Que el desarrollo haya sido el adecuado o no, es otra historia.
Los procesos de preimpresión tienen como misión evitar desajustes que pueden producirse durante el trabajo en imprenta, ya sea en la producción de una gráfica, un libro, un catálogo o una agenda. Es decir, hablamos de una fase intermedia entre el diseño de un documento y la impresión final del producto.
Ajustar, guardar o exportar archivos de Illustrator y Photoshop para imprimir: conceptos esenciales en el proceso de pre-impresión
Existen ciertos términos que debemos tener bajo control para comprender los procesos que debemos llevar a cabo antes de imprimir. Conocer estos conceptos y dominarlos, nos ayudará a entender la importancia de una correcta configuración de los archivos y cómo afectan los distintos parámetros a los resultados de tu impresión.
Qué resolución utilizar en los archivos.
La resolución de un archivo hace referencia a la cantidad de detalle que tiene una imagen digital. A mayor resolución, mayor será el nivel de detalle que podamos observar en la imagen. Precisamente por este motivo es muy importante que la resolución de nuestros archivos sea la adecuada para el modo y el tamaño de impresión. Sería una pena invertir días de trabajo en un proyecto y que, a la hora de imprimirlo, nos demos cuenta de que hay que repetir ciertos procesos porque no hemos ajustado correctamente la resolución de nuestro archivo.
Para entender mejor el concepto de resolución, primero debemos aclarar dos conceptos que suelen generar mucha confusión: qué son los PPP y qué son los DPI. Ambos términos se usan para referirse a la resolución de una imagen, aunque cada uno señala indicadores distintos:
PPI o PPP – Pixel per Inch o Píxeles por Pulgada
Los píxeles por pulgada hacen referencia a la resolución del monitor. En una pantalla estándar, la resolución que se muestra es de 72ppp. Por tanto, si vamos a destinar nuestra imagen únicamente para uso digital, esta resolución será más que suficiente. Es importante tener en cuenta que en una imagen digital, el tamaño se mide en píxeles (alto y ancho).
DPI – Dots per Inch
En español, DPI significa “puntos por pulgada”. Este término se utiliza para imprimir y escanear imágenes y hace referencia a la resolución y calidad de una impresión: cuanto mayor sea el valor del DPI, mayor será el nivel de detalle de nuestra pieza. No obstante, no debemos exagerar. Añadir un valor disparatado de dpi a tu pieza generaría imágenes de tamaño excesivo y resultaría muy difícil trabajar con ellas. Además, a partir de cierto valor de DPI, el resultado apenas varía, ya que nuestro ojo no tiene la capacidad de percibir cambios tan minúsculos. Una impresora común trabaja con valores de 300 dpi, lo cual es un valor más que suficiente para generar buenos resultados. El tamaño de una imagen impresa se mide en cm.
En resumidas cuentas, son dos términos que hablan sobre resolución para dos medios distintos: pantallas e impresión. Aunque la resolución es un término con el que trabajamos a diario, puede generar confusión y ralentizar el proceso. Por eso, aunque parezca lo más básico, la recomendación más eficaz que podemos daros es que sigáis estrictamente los criterios de configuración del archivo que os indique vuestro centro de impresión.
Seguramente, a estas alturas, tengas más preguntas que respuestas. Si son dos conceptos distintos, ¿cómo puedo acertar al configurar mi imagen para impresión? Para obtener los mejores resultados, tendremos en cuenta dos factores: la resolución que necesitamos para la impresión y el tamaño físico en el que queremos imprimir nuestra pieza. Veámoslo con un ejemplo para entenderlo mejor:
Imaginemos que queremos imprimir una pieza en un tamaño de 40cm x 15cm.
- Lo primero que debemos hacer es convertir este valor a pulgadas:
15,74’’ x 5,90’’.
- Después, multiplicaremos este valor por la resolución que necesitamos para imprimir. Dependiendo de lo que quieras imprimir, este dato variará. No es lo mismo imprimir un libro, que se verá de cerca, para lo cual necesitaremos valores que rondan los 300 dpi, que imprimir grandes formatos como una valla publicitaria que se verá de lejos, ya que en este caso podremos reducir la resolución hasta más de 150 dpi sin que la percepción de la calidad de la imagen se vea afectada. Como en nuestro caso la pieza será pequeña y la veremos de cerca, vamos a multiplicar el tamaño en pulgadas de nuestra imagen por 300:
4722px x 1770px.
Este será el tamaño que necesitamos para nuestra imagen digital si queremos que la pieza impresa tenga un nivel de detalle adecuado en tamaño 40x15cm.
Diferencias entre RGB y CMYK
Otro factor a tener en cuenta son los modos de color en los que tenemos configurado nuestro documento. Debemos prestar atención a este aspecto, ya que una configuración errónea de color puede traernos sorpresas desagradables al recibir nuestra pieza impresa. En primer lugar, veamos las diferencias entre los dos modos de color más utilizados para diseño:
RGB
Este modo de color recibe su nombre del acrónimo “Red, Green, Blue”. Este modo está destinado a diseño de contenido para monitores (ordenador, televisión, móvil…) y se trabaja con la información de color que podemos transmitir a través de la luz de la pantalla.
En este caso, se da una síntesis aditiva para conseguir los colores que necesitamos. ¿Qué significa esto? Que a través de la suma de los colores primarios (rojo, verde y azul) podemos representar cualquier color. Se parte del color negro (ausencia de luz) cuando estamos en los valores mínimos de cada luz, y obtenemos colores más brillantes a medida que aumentamos los valores, hasta llegar al blanco en el máximo. En los puntos intermedios podremos obtener cualquier color a través de las millones de combinaciones de los valores R, G y B.
CMYK
Este modo de color, también conocido como cuatricromía, recibe su nombre del acrónimo “Cyan, Magenta, Yellow and Key Black”. Este modo se utiliza para diseños de impresión y se trabaja sobre la información de color que podemos transmitir a través de las tintas.
Esta vez, se da un caso opuesto al anterior y trabajamos con una síntesis sustractiva. Es decir, los colores de manera individual son más brillantes que la mezcla entre ellos. Si mezclamos los tres colores, obtendremos un tono muy oscuro. La suma de colores en la opción con tintas nunca da como resultado un negro puro, aunque se acerque bastante. Por eso, necesitaremos añadir en nuestra impresión un cuarto valor: Key Black (negro puro) para los casos en los que necesitemos una ausencia total de color.
Por tanto, para que nuestro documento esté configurado en el modo de color correcto y los tonos sean fieles en la impresión, debemos asegurarnos de que nuestro documento está en CMYK.
PANTONE
La compañía Pantone pone a disposición de los usuarios un registro de más de 1100 colores definidos por un número único seguido de una letra. De esta manera, han generado un código de colores estandarizados que es muy utilizado en la industria de diseño. Aunque también se crean con tinta, estos colores son difíciles de imitar a través del modo CMYK, ya que el sistema Pantone utiliza de base 15 pigmentos, incluyendo blanco y negro.
La impresión en Pantone suele ser más cara, ya que cada trabajo se imprime de manera individual. Por tanto, una impresión a cuatro colores será el más cara que una impresión a dos colores.
Qué son las marcas de corte y el sangrado y para qué sirven.
Marcas de corte
Las marcas de corte son fundamentales para el guillotinado en imprenta. Estas marcas indican el tamaño de la pieza y por dónde queremos recortarla, por eso es muy importante que prestemos especial atención cuando estemos configurando este aspecto.
Sangrado
El sangrado es un indicador para imprenta que establece el punto hasta el que debe llegar la pieza para que no queden márgenes blancos. Esto se implementa para compensar posibles micro desajustes que pueda haber en el uso de la guillotina, ya que el corte no siempre es perfecto. Esto es especialmente importante en trabajos a dos caras. Por tanto, la sangre no debe ser un margen en blanco, sino que debe contener también la pieza. 3mm por lado es un valor ideal para el sangrado de nuestro documento.
Cómo preparar un PDF con sangrado
Veamos cómo exportar archivos en PDF para imprenta desde Illustrator e InDesign, dos de los softwares más utilizados para diseño y maquetación de piezas.
Paso 1
Dejamos en nuestro documento un sangrado de 3mm.
Paso 2
En el menú, seleccionamos Archivo > Guardar como… Y seleccionamos el formato “Adobe PDF (pdf)”.
Paso 3
En el menú de guardado, vamos a Marcas y sangrados y activamos la casilla “Todas las marcas de impresora”. Después, damos un valor de 3mm al sangrado en todos sus lados.
Resultado
Obtendremos un documento parecido al que veis a continuación, con las marcas preparadas para que nuestro diseño quede tal y como lo imaginamos.
Cuáles son las diferentes técnicas o tipos de impresión
Por último, veamos las opciones que tenemos para imprimir nuestros diseños. Cada soporte y cada diseño podrán requerir un tipo distinto de impresión distinto en función de los resultados que queramos conseguir. Existen muchas técnicas de impresión, pero a continuación os mostraremos las más utilizadas:
Offset
Este método de impresión se lleva a cabo con planchas de aluminio, acero inoxidable y plástico. Algunas de estas planchas están recubiertas de un material fotosensible que, tras una reacción a una luz muy intensa, queda impresa en la superficie del lienzo de impresión. Esta técnica es muy utilizada en folletos, embalajes, catálogos, magazines…
Serigrafía
Es uno de los métodos más extendidos en la impresión de piezas. Esta técnica es eficaz en diversos materiales, como papel, metal, superficies tridimensionales… además, llega a conseguir resultados de gran calidad.
Chorro de tinta
Este método es el utilizado en las impresoras tradicionales domésticas. Las imágenes se reproducen gracias a los inyectores de tinta. Actualmente, existen impresoras que reproducen imágenes en alta calidad en poco tiempo.
Stamping
Se trata de una técnica de estampado en caliente que utiliza la transferencia térmica a través de una lámina con efecto metálico. Tradicionalmente, este proceso se llevaba a cabo mediante cuños, pero actualmente existen máquinas digitales para llevar a cabo tiradas más reducidas.
Principales errores que debes evitar en la pre-impresión
Una vez terminado el proceso completo, no viene mal dar un vistazo general a los errores más frecuentes en la impresión, para asegurarnos que no estamos cometiendo ninguno de ellos. Aquí os dejamos una lista de los elementos que revisamos sin falta antes de enviar nuestro diseño a la imprenta.
- Sangrado y marcas de corte: es básico y uno de los errores más comunes. Echa un segundo vistazo a tu diseño para comprobar que el sangrado y las marcas están colocados exactamente donde deberían estar. No olvides que una guillotina va a pasar por ahí y ya no habrá marcha atrás.
- Ortografía: lee, relee y vuelve a leer. Es fundamental que el contenido de nuestro diseño sea perfecto a nivel ortográfico. Una redacción correcta aportará rigor y credibilidad tanto al mensaje como al diseño que lo contiene.
- Orientación de las páginas: puede parecer absurdo, pero muchos de los errores en impresión están directamente relacionados con este ajuste.
- Proporciones y tamaños: es importante tener en cuenta las proporciones de los diseños en función de los productos que vayamos a imprimir. En algunos casos, para procesos estándares, existen plantillas que pueden facilitar mucho estos procesos y nos ayudan a trabajar sobre unas proporciones correctas.
- Planifícalo con tiempo: puede que este sea el mejor consejo que podemos darte con respecto al proceso de pre-impresión. No solo nos basamos en el principio de que las prisas no llevan a buen puerto, sino que en algunas ocasiones, podemos encontrarnos con procesos de impresión que llevan cierto tiempo de ejecución. Ciertos acabados, encuadernados u otras opciones de diseño, necesitan tiempo para generarse y acabarse, por lo que no disponer del tiempo suficiente para la impresión puede llegar a obligarnos a optar por la opción menos adecuada para nuestro proyecto, por el simple hecho de ser la que menos tiempo requiere. Además, con una planificación correcta del tiempo, tendremos margen para corregir aquellos errores que, a pesar de haber puesto toda nuestra atención, hayan podido escaparse.
En principio, siguiendo estos consejos y prestando atención a cada fase, no deberíamos tener problemas para llevar a impresión cualquiera de nuestros diseños. Sin embargo, si lo que quieres es ser capaz de hacer frente a cualquier reto de diseño que se te presente, echa un ojo a nuestros programas Bachelor en Graphic Design con Solent University, ¡están hechos para ti!